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IX SIMPOSIO INTERNACIONAL IBN ARABI DE MIAS-LATINA

JAYAL, la Imaginación creadora:El sufismo como fuente de inspiración

 

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sem feb 2014

 

 Después de Ibn Arabi

Tras su muerte en el año 1240, las obras de Ibn Arabi y sus enseñanzas se difundieron rápidamente por todo el mundo islámico. Un personaje fundamental en este proceso fue Sadr ad-Din Qunawi, su discípulo más destacado, a quien Ibn Arabi legó su colección particular de libros. Sadr ad-Din escribió tanto en árabe como en persa y atrajo a un grupo de discípulos muy influyentes de Konya (Iconio), en la Turquía selyúcida, donde vivió al mismo tiempo que Mawlana Yalal ad-Din Rumi, autor del conocido Matnawî que puede leerse en español en varias versiones.

Las obras de Ibn Arabi han sido muy influyentes, sobre todo entre las élites y las tarîqa-s o agrupaciones sufíes. Aunque su nombre era muy conocido, solo unas pocas personas pudieron leer sus libros de forma directa, pero muchas de sus ideas, en cambio, llegaron al resto de la gente a través de los sufíes y de la poesía popular.

Hasta ahora, los estudios sobre la influencia de Ibn Arabi han tenido un alcance limitado a determinadas épocas o regiones, ya que cualquier estudio exhaustivo tendría que tener en cuenta la historia intelectual del Islam a través de todo el mundo musulmán.

No es fácil determinar el impacto de Ibn Arabi fuera de los países históricamente musulmanes. Miguel Asín Palacios, el pionero europeo en este campo, empezó a escribir sobre el maestro andalusí a fines del siglo XIX y causó un gran revuelo en los años 20 cuando propuso que Dante se había inspirado en las obras de Ibn Arabi y otras fuentes islámicas a la hora de concebir la Divina Comedia. Así pues, los orientalistas comenzaron a estudiar las obras de Ibn Arabi relativamente tarde y, en general, la primera reacción era frecuentemente de frustración ante la dificultad de desentrañar sus claves. La primera obra que se tradujo al inglés apareció en 1911. El reconocimiento de la profundidad y riqueza de sus escritos se ha extendido a un nuevo público durante el siglo pasado, lo cual ha sucedido más intensamente desde los años 70. Al mismo tiempo, ha habido un gran resurgimiento del interés hacia sus obras en el mundo islámico, como refleja el creciente número de publicaciones disponibles en árabe, turco o persa, entre otras.

 

Es Él quien se muestra en cada faz, a quien se busca en cada señal, a quien todos los ojos contemplan, a quien se rinde culto en toda adoración y a quien se procura en lo visible y lo invisible. Ni una sola de sus criaturas puede dejar de encontrarlo en su naturaleza original.
                                            Ibn Arabi, al-Futûhât al-makkiyya (Las iluminaciones de La Meca)